Confesión de un alma perdida

Roberto estaba sentado en la última fila de mesas en el segundo piso de la biblioteca, hacia el ala este. Las mesas estaban frente a las ventanas, con vista hacia el parqueadero, y la facultad de ingeniería. Roberto era el único en aquella sección, le gustaba la mesa aislada de las demás, entre los libreros y la pared. Llevaba puesto una camiseta color azul, pantalón y zapatos negros. Era temprano en la mañana, el naranja del cielo matutino empezaba a disiparse.

Tenía consigo un libro de poemas de Gustavo Adolfo Bequer, una copia de la biblioteca. Estaba buscando un poema para hacer un análisis, debía entregar el trabajo esa tarde, para una de sus clases de literatura.

Tomó un sorbo de su café latte, le gustaba tomarlo sin azúcar, mientras ojeaba el libro. Entre el poema IX y X, encontró un papel doblado por la mitad entre las dos páginas.  Lleno de curiosidad abrió el papel, tenía los bordes quemados.

A mi amor desahuciado,

Tengo algo que confesarte, sé que no hablamos y que tal vez ya no exista en tu mente; pero la verdad es que todavía me dueles.  Siempre me pregunto en qué estás pensando.  Me pregunto, por ejemplo, si te acuerdas de nosotros, o de los sueños que compartíamos, o de los momentos que vivimos.

Por mi parte te cuento que los pedazos que quedan tienen demasiados filos agudos, cada tajo se vuelve más profundo, me recuerda que ya no te tengo; y otra vez te pierdo.  Te cuento también que existes en el dolor de no tenerte, caminas por los recovecos vacíos de nuestros sueños, te encuentro en mi cama vacía, te escucho en el eco de mi risa perdida, te siento en el rastro de tus caricias, y te amo en la sombra de nuestra historia.

Y así, nuevamente, consigo un instante contigo.

Roberto suspiró profundamente, ironicamente se sentía desolado. La prosa anónima describía lo que su corazón no quería admitir.  Dejó el papel entre las hojas del libro, acompañado de poesía antigua; su corazón desparramado entre las páginas de Becquer.

Abrió Word en su laptop, empezó a escribir. Escogió “Amor eterno” para su análisis. Decidió que viviría así, con una llama eterna por el amor de Irene, a quien jamás olvidaría.

 

 

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An incurable passion for writing; a poet and storyteller​ at heart. I am a writer on the road.

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